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Mi relación prohibida: Cómo me casé con mi prima

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    Camila Juárez
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Mi relación con mi prima

Mi relación prohibida: Cómo me casé con mi prima

Lo que estoy a punto de contarles es la historia de una relación que para muchos es inmoral e inconcebible. Pero, a veces, el amor no sigue reglas ni convenciones sociales. Esta es la historia de cómo me casé con mi prima.

El reencuentro y la chispa del amor

Mi amor por mi prima comenzó en una reunión familiar en el verano de 2018. Aunque siempre nos habíamos llevado bien, nunca antes habíamos visto al otro como algo más que primos. Sin embargo, ese día, el destino decidió que nuestras vidas cambiarían para siempre.

Mi prima, a quien llamaremos Isabel, había regresado de vivir en el extranjero. Durante la fiesta, no pude evitar notar lo hermosa que se había vuelto y cómo su carisma y energía llenaban la habitación. Nos reencontramos y conversamos sobre nuestras vidas y cómo habían cambiado desde la última vez que nos vimos.

Mi relación con mi prima 2

Al pasar los días, seguimos hablando y descubriendo que teníamos mucho en común. Nos gustaba el mismo tipo de música, compartíamos un amor por la literatura y, lo más sorprendente, ambos habíamos desarrollado un gusto por el arte. No pasó mucho tiempo hasta que nos volvimos inseparables, conversando hasta altas horas de la noche y compartiendo nuestros pensamientos más profundos.

Nuestro primer encuentro más allá de ser familiares

Aunque mi relación con Isabel comenzó lentamente, hubo un momento específico que marcó un antes y un después en nuestra relación: nuestro primer encuentro más allá de ser simples familiares, y el primer beso que selló nuestro amor.

Fue durante una escapada a la playa con algunos amigos y familiares. Nos encontrábamos en un lugar paradisíaco, con el mar azul brillando bajo el sol y la arena suave acariciando nuestros pies.

Cuando el sol comenzó a ocultarse en el horizonte, Isabel y yo decidimos dar un paseo por la playa, alejándonos del grupo para disfrutar del atardecer juntos. Mientras caminábamos, nuestras manos se rozaban ocasionalmente, provocando una corriente eléctrica que recorría mi cuerpo cada vez que sucedía. No podía evitar pensar en lo mucho que deseaba que nuestras manos se entrelazaran, pero también tenía miedo de cruzar esa línea.

Finalmente, llegamos a un pequeño acantilado que daba a la playa, un lugar perfecto para ver cómo el sol se despedía del día. Nos sentamos uno al lado del otro, admirando el espectáculo de colores que se extendía ante nuestros ojos. Fue en ese momento que nuestras miradas se encontraron, y pude ver en los ojos de Isabel una mezcla de miedo y deseo, reflejando lo que yo mismo sentía en mi corazón.

Decidí tomar la iniciativa y acerqué lentamente mi rostro al suyo. Al principio, ella no se movió, pero a medida que nuestros labios se acercaban, pude ver cómo cerraba los ojos y se preparaba para el contacto. Nuestro primer beso fue suave y tierno, como si ambos temiéramos romper la delicada burbuja en la que nos encontrábamos. Pero a medida que el beso se prolongaba, nuestros labios se movían con más seguridad y pasión, como si supiéramos que estábamos cruzando un umbral que cambiaría nuestras vidas para siempre.

Mi relación con mi prima playa

Cuando nos separamos, nuestras miradas se encontraron nuevamente, y en ese instante, supe que lo que sentía por Isabel era mucho más profundo que una simple atracción. Pude sostener su mano y mirando al horizonte todo se sentía muy bien. Estábamos destinados a estar juntos, a pesar de las dificultades y los obstáculos que nos esperaban. Nuestro primer beso fue el comienzo de nuestra relación prohibida, un amor que desafiaría todas las convenciones y nos llevaría por un camino lleno de incertidumbre, pero también de felicidad y plenitud.

Durante el comienzo de nuestra relación, sentía una mezcla de emociones que me abrumaba constantemente. Por un lado, estaba profundamente enamorado de Isabel y no podía evitar desear estar con ella en todo momento. Por otro lado, era consciente de lo mal que nuestra relación era vista ante los ojos de la sociedad y de nuestra propia familia. A veces, la culpa y el temor al rechazo me consumían, pero el amor que sentía por Isabel siempre parecía superar esos sentimientos negativos. Lo que sentíamos era más fuerte que el miedo al rechazo y al juicio.

Decidimos mantener nuestra relación en secreto durante un tiempo, para ver si lo que sentíamos era genuino y no solo una atracción pasajera. A pesar de los riesgos, nos enamoramos perdidamente el uno del otro. Cada momento que compartíamos juntos era mágico, y pronto nos dimos cuenta de que no podíamos vivir el uno sin el otro.

La lucha interna y la idea de mudarnos a otro país

Dada la situación, llegué a pensar seriamente en la posibilidad de mudarnos juntos a otro país, donde pudiéramos empezar una nueva vida lejos del juicio y el escrutinio de nuestras familias. Me obsesioné con la idea de encontrar un lugar en el que pudiéramos ser libres para amarnos sin miedo ni vergüenza. Después de mucha investigación y largas discusiones con Isabel, seleccionamos tres países que consideramos como posibles destinos para comenzar nuestra nueva vida juntos.

El primer país que consideramos fue Canadá. Nos atraía su reputación de ser un país inclusivo y tolerante, así como la belleza de sus paisajes naturales. Además, Canadá tiene un sistema de atención médica de alta calidad y excelentes oportunidades educativas, lo que lo convirtió en una opción atractiva si decidíamos formar una familia en el futuro.

El segundo país en nuestra lista era Nueva Zelanda. Nos encantaba la idea de vivir en un lugar rodeado de montañas, playas y una naturaleza impresionante. Además, habíamos escuchado que los neozelandeses eran personas amigables y acogedoras, lo que nos hizo pensar que podríamos encajar fácilmente en su sociedad y hacer nuevos amigos.

Por último, también consideramos mudarnos a España. La rica historia y la cultura vibrante del país nos llamaban la atención. La idea de vivir en una ciudad costera como Barcelona, ​​donde podríamos disfrutar de un estilo de vida relajado y agradable, nos resultaba muy tentadora. Además, como ambos hablábamos español, creíamos que la adaptación a nuestro nuevo hogar sería más fácil en un país de habla hispana.

A pesar de que estos tres países eran opciones atractivas y emocionantes para nosotros, al final decidimos enfrentar a nuestra familia y quedarnos en nuestro país de origen. Aunque sabíamos que no sería fácil, también entendimos que no podíamos huir de nuestra realidad y que enfrentar la situación era la única forma de encontrar la paz y la aceptación que tanto ansiábamos.

Enfrentando a nuestra familia

Después de un año de relación clandestina pudimos armarnos de valor, decidimos que era hora de enfrentar a nuestra familia. Les contamos todo, desde cómo nos enamoramos hasta nuestros planes de casarnos y pasar el resto de nuestras vidas juntos. Como era de esperarse, nuestra revelación causó conmoción y enojo. Algunos miembros de la familia dejaron de hablarnos, mientras que otros simplemente no podían entender cómo habíamos llegado a ese punto.

A pesar de la oposición, decidimos seguir adelante con nuestra boda. Sabíamos que no sería fácil, pero estábamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se nos presentara. Nos casamos en una ceremonia pequeña e íntima, rodeados solo por aquellos amigos y familiares que nos apoyaban.

Nuestra vida juntos y la búsqueda de aceptación

Han pasado cinco años desde aquel primer beso en la playa, y nuestra relación ha pasado por altos y bajos, enfrentando desafíos que nunca imaginamos. Pero a pesar de todo, nuestro amor ha crecido y se ha fortalecido, demostrándonos que lo que sentimos el uno por el otro es verdadero y duradero.

Actualmente, Isabel y yo vivimos juntos en una pequeña casa en las afueras de la ciudad. Hemos creado un hogar lleno de amor y calidez, donde cada rincón tiene un pedazo de nuestras vidas juntas. Aunque la relación con nuestra familia ha mejorado con el tiempo, todavía hay algunos miembros que no aceptan nuestra unión y que prefieren mantenerse alejados. A pesar de ello, hemos aprendido a aceptar que no todos comprenderán o apoyarán nuestro amor, pero también sabemos que lo más importante es ser felices juntos.

Nuestra vida juntos es, en muchos aspectos, como cualquier otra pareja. Trabajamos duro para mantener nuestro hogar, compartimos nuestras alegrías y tristezas y nos apoyamos mutuamente en cada paso del camino. Hemos creado una sólida red de amigos que nos aceptan y nos apoyan, lo que nos ha ayudado a sentirnos más seguros y menos juzgados por nuestra elección de estar juntos.

Incluso hemos comenzado a hablar sobre la posibilidad de tener hijos en un futuro cercano. A pesar de las preocupaciones sobre los riesgos genéticos y las complicaciones que podrían surgir debido a nuestra relación de parentesco, estamos comprometidos a enfrentar esos desafíos juntos y a buscar asesoramiento médico y genético para tomar decisiones informadas y responsables.

En resumen, nuestra relación ha demostrado ser más fuerte de lo que jamás podríamos haber imaginado. Aunque comenzó como una unión prohibida, nuestro amor ha superado las dificultades y los prejuicios, y nos ha enseñado que, a veces, lo que parece imposible puede convertirse en la realidad más hermosa y gratificante. Estamos decididos a seguir construyendo nuestra vida juntos, enfrentando cualquier desafío que se presente y demostrando al mundo que el amor verdadero no tiene límites.